Había una vez un hombre que estuvo contando mentiras acerca del sabio del pueblo.
Con el tiempo, aquel chimoso se dio cuenta de que había actuado mal. Fue a pedirle perdón al sabio y le preguntó
cómo podía corregir el error. El sabio le pidió una sosla cosa:
tenía que agarrar una almohada, abrirla con un cuchillo y esparcir al viento las plumas que tenía dentro.
El chismoso se quedó extrañado, pero decidió complacerle.
Luego volvió a ver al sabio y le preguntó:
- ¿Ya estoy perdonado?
- Primero tienes que ir y recoger todas las plumas - respondió el sabio.
- ¡Pero eso es imposile! El viento ya las ha dispersado - protestó el chismoso.
- Pues igual de imposible es deshacer el daño que ya has causado con tus palabras - concluyó el sabio.
Una vez que dejamos salir las palabras no podemos recuperarlas y a menudo nos resulta imposible arreglar el daño que causan.
Por eso, antes de contar cualquier cosa sobre alguien, recordemos que estamos a punto de soltar plumas al viento.
Esta muy lindo el texto.
ResponderEliminarMalvina,Victoria y Sofia A
MUY BUENO.....
ResponderEliminarANTES DE SALIR A HABLAR DE LAS PERSONAS HAY QUE FIJASRSE EL DAÑO QUE SE PUEDE CREEAR.
SILVIA ECHEVARRIA . MAMA DE VICTORIA